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viernes, julio 06, 2007

Vuelta a casa

Más de un mes de vacaciones. Sin decir nada, sobretodo, porque uno es vago, de los más vagos que han poblado nunca este planeta, diría yo. Pero ya es la hora de romper el silencio, y contar un poco qué tal estuvieron las vacaciones.

Nos fuimos a Marruecos cuatro. En el viaje de ida conocimos a Rosa, una mexicana muy maja que viajaba sola, así que nos pusimos de acuerdo y, como todos íbamos a la aventura, nos buscamos un alojamiento juntos. Encontramos un buen "hotel" al lado de la plaza Jenna el Fna, en Marrakech. La plaza es un lugar muy grande lleno de puestos de zumos, especias, flautistas y encantadores de serpientes, tatuadoras de gena, cosas extrañas, bazares, motos y bicis. La primera impresión fue curiosa, pues llegamos de noche y en un día de fiesta, por lo que la Plaza estaba a rebosar de músicos, danzantes y gente que se movía sin parar entre los puestos de comida y bebida, entre el ruido y el humo de las cocinas.

La verdad es que es un sitio bastante curioso, con sus cosas buenas y sus cosas malas, como cualquier otro lugar. El tema del comercio es característico. Saben vender, y aunque te pongas un precio máximo al final siempre terminas pagando más dinero. Son duros de roer estos Marroquíes. Hay que regatear TODO; desde un vaso de zumo de naranja que te compras en un puesto hasta la habitación del hotel, pasando por el menú de un restaurante. Un lugareño nos dijo que allí se regateaba todo menos el tabaco y los productos de farmacia. 1€ vale casi 11 dirhams (Dh), para que os hagais una idea. Pues el regateo es tal que al llegar al hotel nos querían cobrar 460 Dh por una habitación de 5 y terminamos pagando 340 Dh.

Total, que estuvimos en Marrakech dos o tres días haciendo un poco de turismo y disfrutando de los zumos y el té locales (el mejor que he bebido nunca). Luego nos cogimos un tour por el desierto (previo regateo del precio) y conseguimos convencer a Rosa para que se viniese. Salimos bien pronto por la mañana y montamos en un minibús. Éramos unos 17 ó 18, con nacionalidades bastante diferentes: americanos, ingleses, un chino, un coreano, un malayo, una polaca, españoles, un peruano, dos argentinos, dos australianos y el conductor marroquí. La verdad es que me gustó bastante el viaje, Fueron tres días en los que vimos bastantes cosas, montamos a camello, dormimos en el desierto, y ya que chapurreo inglés con algo de dignidad pude hablar con los otros integrantes del grupo, que fue también bastante enriquecedor (estoy invitado a ir a China, a una boda en Shangai dentro de dos años...).

A la vuelta del tour llegamos a Marrakech de nuevo y contra todo pronóstico conseguimos una habitación para cinco personas al mismo precio que teníamos antes de irnos los tres días. Digo contra todo pronóstico porque una noche un jefecillo de allí nos fue a cobrar y se enfadó porque tuviésemos un precio tan bajo y casi nos mata a miradas.

Esa misma noche Diego se dio cuenta de que había perdido el pasaporte (que luego apareció, días más tarde, en el desierto). Así que, en versión abreviada, recorrimos un par de comisarias, nos dieron largas, tuvimos que esperar al día siguiente así que nos fuimos a un bar que parecía una mezcla entre prostíbulo vietnamita y bar psicodélico, hubo tangana en el bar, volvimos, dormimos, nos levantamos y nos dieron largas otra vez, cogimos un tren a Rabat (nos despedimos de Rosa, que iba a ir a Essaouira). En el tren a Rabat conocimos a un señor muy extraño que quería tomarse un café con nosotros y me pidió mi dirección y número de teléfono. En la estación nos esperaba un coche de la embajada peruana, nos llevó a la embajada, y eso que era sábado (no hay nada como tener contactos), nos metieron dentro e hicieron el papeleo de Diego, nos buscaron un hotel y nos llevaron al hotel. Al día siguiente por la mañana tren a Casablanca, Ricardo y Diego al aeropuerto y Lai y yo nos quedábamos un día mas. Última vez que veíamos a Diego, pues se volvía a Perú al día siguiente. Una pena. Le voy a echar de menos, las conversaciones sin fin sobre la vida y el mundo, fumar shisha a altas horas de la mañana, tontear un rato por Rivas buscando libros baratos...

Andar por Casablanca, ver el zoco, comer algo... Es muy diferente el norte al sur, como en casi todos los lugares. Casablanca es como más europea, por decirlo así, con comercios, bancos, edificios altos, calles asfaltadas y anchas y gente, mucha gente. Los precios eran más bajos que en Marrakech, me dio a mi la impresión, y el porcentaje de gente que hablaba español descendió bruscamente, así que a defenderse con mi francés del cole. A dormir, que estamos cansados y mañana hay que hacer las últimas compras.

Nos levantamos pronto, fuimos al zoco (¡tan pronto que la mayoría de los sitios no habían abierto!), esperar, y al tren para el aeropuerto. En Madrid nos quedamos esa noche en casa de Paco y Ricardo y al día siguiente vuelta a casa.

Y claro, no tengo fotos aún, pero me las tienen que mandar, y cuando las tenga subo alguna, que seguro que son bien bonitas.

Saludos a todos y espero que estéis pasando un buen verano.

(¿Se ha ido ya Peter Punk?)

3 comentarios:

Elisa dijo...

vaya vacaciones, bienvenido otra vez a España y a la blogosfera, espero las fotos!!!

enthusiastic dijo...

por fin vuelves a postear!

Pintan bien esas vacaciones... a ver si nos vemos y me las cuestas en persona. UN abrazo

Pi dijo...

Muy buena crónica! Bienvenido de nuevo! Marruecos es uno de mis destinos pendientes... Besazos!!